Puede que ante tal pregunta no sepas de qué estamos hablando y para eso estamos nosotr@s para explicártelo, ya que la respuesta puede hablarte de tu estado de salud. Lo primero que debes hacer es fijarte en el PH de tu cuerpo, ¡sí como lo oyes! No sólo te debes fijar en el PH a la hora de elegir tu champú o gel.
El rango que separa la acidez de la alcalinidad va del 0 al 14, lo ideal es alcanzar un PH neutro, es decir, del 7 %. Sin embargo, lo que comemos puede afectar esta composición, ya que el PH del cuerpo determina nuestro estado de salud, debido a que indica cómo gestiona el organismo sus reservas minerales. Es la base principal para determinar si eres ácida o si eres alcalina.
La acidez no es precisamente muy buena señal y puede ser causa de carencias nutricionales o de alguna enfermedad, en cambio, tener un organismo con PH ligeramente alcalino es sinónimo de una muy buena salud.
A día de hoy, la mayor parte de la población cuenta con un PH ácido, lo cual supone un verdadero problema de salud a nivel mundial. Las causas son variadas, pero principalmente se debe a una dieta rica en grasas saturadas y alimentos procesados, y a ello hay que sumarle los altos índices de contaminación a los que estamos expuestos. Además de otros factores, como el estrés diario y las emociones negativas. ¡Vamos un rollo!
Seguro que ya quieres saber si eres ácida o alcalina, ¿verdad? Pues es muy sencillo basta con realizar una prueba. En realidad, puede saberse de tres métodos: mediante un análisis de orina, un análisis de sangre (es la forma más fiable) o a través de un análisis de saliva.
Si decides hacerte la prueba y los resultados el PH te sale ácido, será un buen momento para plantearte serios cambios en el estilo de vida pero, sobre todo, cambiar los hábitos alimenticios y seguir una dieta sana y equilibrada.
Algunos consejos
Tener un pH descontrolado no solo conlleva problemas de peso sino que hay estudios que indican que la “acidosis metabólica” puedes conllevar a osteoporosis, sequedad en la piel, dolores de cabeza, anemia, problemas digestivos, cansancio crónico e, incluso, artritis. No hay que olvidarse de aumentar el consumo tanto de frutas como de verduras, ya que es básico para equilibrar el pH. Y, por supuesto, beber mucha agua.
Te recomendamos que incluyas en tu dietas estos alimentos alcalinos: espinacas, uvas pasas, dátiles, peras, plátanos, fresas, kiwis, naranjas, zumo de limón, aguacates, cebollas, lechugas, pimientos verdes, coles, tomates, berenjenas, judías verdes, setas, la miel y agua mineral.
Y que evites en la medida de lo posible alimentos ácidos como quesos duros, carnes y embutidos (vacuno, aves, cerdo…), pasta, arroz, harinas de cereales, legumbres, huevos, pescados y frutos secos. No los elimines de tu dieta, pero siempre altérnalos con frutas y verduras. También son muy ácidos el café y el alcohol.
No se trata de que elimines los alimentos ácidos de la dieta porque también son importantes para la salud, sino más bien de equilibrar el consumo de ambos, dándole más protagonismo a los alcalinos. Eso sí, no es tan fácil determinar esta relación, así que como siempre te recomendamos que te pongas en manos de un nutricionista para seguir este plan y, además, completarlo con ejercicios físicos. ¡Ya sabes recarga tus pilas con la comida!